De vez en cuando la vida... va, y hasta nos da una pinche tregua.
Te beso a rabiar, y me llenas la boca como una tromba de agua fresca, hundo las manos en la arena para saber si aún están allí soterrados el trueno y los relámpagos, los ojos sorprendidos del niño que fuiste, y la flor en el pelo que me colocaste aquel verano, como regalándome todos tus te quieros.