miércoles, 9 de enero de 2019

(...)

Y el mar, siempre el mar.

                                                                         Imágenes, E.M.

Se mesa el mentón por rasurar, y se rasca la mejilla. En sus ojos, tras las gafas opacas de un sueño que mutila entre los hielos de un whisky que siempre prefirió seco, se forma una patita de gallo risueña  mientras se llena la mañana de paseos frente a un océano que derrite sus olas al compás de arenas de años que se le escurren por entre las manos. Ha visto llover, ha olvidado en los recuerdos el proyecto de recorrer sombras y atardeceres de octubres en plazas con nombres, y juega a hacerse el duro cuando el calor derrite las membranas de unas venas que le dan pereza aun cuando laten. 




Lo veo escribir desde la habitación de al lado, y le miro de soslayo mientras juego a recordar su boca difuminada en mi piel la noche pasada, el perfume de las líneas torcidas en los renglones de esas páginas en blanco que garabateamos, en el tiempo absurdo que compartimos, en los desencuentros por los que a menudo anduvimos. Los poemas inacabados, los libros por terminar, el artículo escrito a cuatro manos, las viejas fotos que sacamos del álbum y que no acabó arañando el viejo gato del olvido.

Las hojas de platino reverberan en las olas escarpadas. Me llevas cogida de la cintura recostando la cabeza en tu hombro por un paseo interminable de amaneceres inciertos. El sol ya no mece las pupilas, el viento arrecia con las penas que incrustamos inútilmente en la piel como una esquirla que se amorata con el paso del tiempo.
Hubiese sido tan fácil decírtelo, o que tú lo pronunciases.

Pero a ti, tanto como a mí, si hay algo que ya no nos sobran son los te quieros...





11 comentarios:

  1. La vida debería premiarnos con momentos tan mágicos como el que tan hermosamente has escrito.
    Dan ganas de entrar en tu texto y no salir jamás de ese universo.

    Besos.

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    1. Hay instantes así... y universo.
      No salgas...
      ;)

      Besos.

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  2. Te leo. Y lo disfruto.
    Los te quiero que callamos traen consecuencias.

    La canción es mi favorita, por encima de cualquier otra. Y aún no puedo escucharla sin llorar desconsoladamente. Y en un día triste como hoy, de despedidas, aún más.

    Un beso, Eva

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    1. Lo lamento, Alís.
      Hay despedidas que las lágrimas no pueden contener...
      Un beso, preciosa.

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  3. Quieros hay demasiados

    Hay que administrar

    Besos

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    1. Sí.
      Quiero (s) hay y pululan por doquier...
      "TE" quiero (s) mejor pronunciarlos con el corazón...
      Besos

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  4. El corazón no entiende de razón y en su eterna lucha siempre en mi gana el corazón.

    Quizás por ello tantas veces me he equivocado y tantos reveses he recibido.

    Pero no me arrepiento de nada.

    Porque todo lo que hice fue por amor.

    Y nunca me casé de repetir -te quiero-.

    Un beso Eva, y disculpa mis confesiones en voz alta que a la mente me ha traído tu hermoso escrito.

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  5. Yo tampoco,... "je ne regrette (presque) rien. No me arrepiento de (casi) nada.

    Personalmente, hoy, me guardo en el pecho algún -te quiero- ...

    Y, aynss. De disculpas, na-da... de nada; lo que hicimos por amor, todo es ex-cusable y perdon-able ;)
    Y ojalá todos fuésemos capaces de decir... soltar, y abrirnos el pecho, como tú.

    Gracias a ti.

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  6. Que bonitos los tequieros que salen directamente del corazón, sin pasar por la cabeza... :)
    Besos y salud

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  7. Preciosa canción. El francés precioso para decir te quieros. Besitos.

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  8. No me quietes la paz que me ha dejado este escrito.
    No. Ya los te quiero son necesarios, porque llegados a este punto del Viaje, sobrados vamos de orgullos, prisas y demás cosas de la vida.
    Que el gato del tiempo no arañe lo que de verdad importa.

    Besos, Rebelde.

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Rebeldes que dejaron su zarzamora