miércoles, 2 de octubre de 2019

COLUMPI-ÁNDOME EN NUESTRAS SAETAS

Me muerdes el aliento en el lívido letargo de esta caricia que no escampa cuando entre tus manos, y mi ombligo, de mi piel haces arcilla. 
Soy ese beso mío colgado en la nube de tu boca...

Columpi-ándome.








Deshaces cual sastre que viste sólo a mujeres elegantes mis deshilachados recuerdos mientras voy paulatinamente y te enhebro la boca a punto de cruz, cuando te coso a besos un credo en el que tu pan es más que mi pan nuestro de cada día.

Ni demasiado joven para recordarte, ni demasiado mayor todavía para que me dejen de importar demasiadas cosas. 

Me contoneo y te taconeo las orejas con la edad justa para decirme que no te necesito, pero ojalá y sin pedírtelo lamas esas cicatrices que no veo y dices que  en tu lengua supuran, o que me beses hasta que la boca nos separe, hasta que aprendas a hilvanar los harapos que visto, recosas a pespuntes, si bien torpes, la línea que cobija tu gemelo en mis puños revoltosos que te dan abrigo y te ahogan las yemas de los dedos.

No podría llevarme de ti más que esa piel que llora arrugas en tu nostalgia, la voz que bajo el eco enaltecido de un ayer susurra un viejo y recostado blues que resbala ya en nuestra piel como cualquier vetusto y desvencijado o desdentado recuerdo.

Demasiadas tierras incógnitas descubiertas para decidirme a elegir cuál de ellas me conquistó más sin ultraje alguno: presente, pasado o futuros; bocas, piel, huellas.

Soy poca cosa, y no poseo más de lo que he visto y he vivido.
Sólo soy mi impronta, mi cicatriz o aquella huella en los cuerpos que me amaron, los poemas que escribí, trémula la carne y macilento  resabio de limón en la cara oculta de una luna ebria.
Permanezco en la semilla de quienes se aventuraron por mi entraña, fruto de jazmines y almendros en flor bajo el esplendor de los cerezos.




Tras los cristales,  la  hojalata de los grandes rascacielos que  nos corta y hace sangrar con su fino filo la memoria de determinadas cosas; alcanzada esta edad justa en las que las saetas de nuestros tic tacs aúnan ataraxias en nuestros atolondrados nidos, suben y bajan por ascensores de vidrio y metal aquellas  nubes disfrazadas de  nefelibatas almas que un día ni tan lejano como hoy,  somos tú y yo acompasando  el aroma de la mandrágora
y el esplendor de nuestros pasos que parpadean como rimas caducas en la umbría sobriedad de este otoño en el que me haces renacer  bajo todos los alfabetos que invento para ti ante la llama de este amanecer cautivo.








Se difumina ya cabizbajo en poemas rotos donde envejecen las ilusiones en deshilachados versos, tu yo y mi yo perdidos. Enhebro con el hilo del querer  en tus labios todos mis besos, y algún remolón y pachorro te quiero. 




                                                                            Yale Joel. Woman on park bench.  NY, 1957.


Las luces intermitentes de tus pupilas  me acorralan en deseos y bajo la enredadera de las  aceras mis pasos arrastran resilencias de esa tierra incógnita en la que  todos y cada uno de nuestros recíprocos versos sabían que acabaríamos creándonos un síndrome de abstinencia,  sin promesas que de antemano fuesen pasados sin futuros, sin necesidad de vender la poca dignidad por la que defender aún nuestro escuálido instinto, porque tú y yo bien sabemos que nuestras alas no podrán a estas alturas volar de nuevo y cargar con más tristeza o más felicidad de las que precisan...





24 comentarios:

  1. Nada puede con los besos zurcidos con hilo de deseo, que al tiempo trenzan con zig-zag las sombras que atenazan las sonrisas; pues la mirada al pasado enhebra la pasión.

    ResponderEliminar
  2. La persistencia de ser

    Clave de rebosar arte

    Besos

    ResponderEliminar
  3. Tú estás demasiado arriba para necesitar a nadie.
    En todo caso son los demás quienes te necesitan.

    Besos.

    ResponderEliminar
  4. Unos tanto y otros tan poco, así es la vida... :)
    ¿Se titulará así la peli del video?
    Voy a investigar, es raro que no la haya visto, si es que existe, que parece que si...
    Besos y salud

    ResponderEliminar
  5. ¡Si que la vi hace millones de años!
    Es una canción de "Victor/Victoria"
    Besos y salud

    ResponderEliminar
  6. Me pasa a veces al leerte, Eva, que me siento intrusa, casi como si estuviera leyendo una carta privada que sólo un/a receptor/a puede entender en su totalidad, que pudieras ser tú misma. Y ello no impide que yo extraiga mis interpretaciones, que reciba de tus textos los mensajes que seguramente necesito en ese momento preciso, y que disfrute de la belleza con que zurces tus palabras, la precisión de los patrones del texto, el toque artístico que adorna la prenda que escribes.

    Y me invade también la curiosidad de las entrelíneas.

    Éste es uno de esos días.

    Besos

    ResponderEliminar
  7. Cuando dejamos de necesitar a los demás (incluido el alguien), volamos con nuestras alas, aunque estén recosidas.
    El último párrafo es el colofón.
    Queda la piel, sí. Los recuerdos atesorados que sacan sonrisa. Bajo esos cerezos, la vida.

    Besos, Corsaria Rebelde.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y por esos recuerdos, la vida.
      Los cerezos me han perfumado desde que abrí el blog, hasta hoy, sí.
      ;)

      Besos, Corsaria Dark.

      Eliminar
  8. Sos realmente una costurera de las palabras, sabés unirlas tan bien, con tanto arte que el resultado final es un traje de lujo.
    Lujo en las imágenes y metáforas, en el vocabulario tan culto, exactamente elegido y se vuelve un placer leerte.
    Abrazo grande, linda Zarcita.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me sonrojaste, Mire.

      Gracias por tu huella y tu lectura.

      Abrazo grande, Bella Dama.

      Eliminar
  9. Deliciosos balanceos...
    Un abrazo! 💋

    ResponderEliminar
  10. Pero que bonito,madre mia!!Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tú, sí que eres bonita!!! Un abrazo.

      Eliminar
    2. Poesía bordada en oro con ribetes de un olé francés.


      Abrazo muchacha.

      Eliminar

Rebeldes que dejaron su zarzamora