Se conocieron en la
Universidad en una serie de conferencias sobre el exilio Latinoamericano. Él
era un gran especialista sobre este tema, ella sobre el Siglo de Oro. Tras la
primera conferencia él se acercó a ella. Y conversaron durante horas y horas.
Él le pidió su teléfono, e intercambiaron direcciones. Se vieron a lo largo de
tres años en varias ocasiones, pocas y espaciadas, él lo achacaba al destino,
estaban sin duda hechos el uno para el otro. Hasta aquel día ella había sido
una mujer especial, contaba con infinidad de amigos, una familia muy unida, y
un gran sentido del humor.
Pretendientes nunca le habían faltado. Él no dejó de llamarla, invitarla, seducirla. Fue hasta tratarla como una princesa y pretender querer rescatarla de una vida corriente y hacerle soñar con un mundo de otros planetas. Dejó el Africa aquel verano y fue hasta buscarla y llevársela para comenzar una vida juntos. A ella le costó al principio tomar una decisión y abandonar el campo donde había decidido instalarse, y así dejar atrás París y su ajetreo. Él llegó una noche a su ventana pretendiendo ser ese príncipe que la salvaría de esa torre de marfil donde andaba retraída. Tras un año de dudas, de decirle que no, que no viviría con él, y tras sus artes de seducción acabó por rendirse.
Pretendientes nunca le habían faltado. Él no dejó de llamarla, invitarla, seducirla. Fue hasta tratarla como una princesa y pretender querer rescatarla de una vida corriente y hacerle soñar con un mundo de otros planetas. Dejó el Africa aquel verano y fue hasta buscarla y llevársela para comenzar una vida juntos. A ella le costó al principio tomar una decisión y abandonar el campo donde había decidido instalarse, y así dejar atrás París y su ajetreo. Él llegó una noche a su ventana pretendiendo ser ese príncipe que la salvaría de esa torre de marfil donde andaba retraída. Tras un año de dudas, de decirle que no, que no viviría con él, y tras sus artes de seducción acabó por rendirse.
Y vivieron una pasión
que duró quince días, al cabo de estos, una noche él le pegó ya la primera
bofetada. Ella al día siguiente buscó un piso y cuando regresó a buscar sus
cosas estaba esperándola, que dónde iba
a ir, que se quedase, que no había sido él, que la quería, que por favor lo
perdonase, que no se volvería a repetir… y tras esto es cierto que tuvo una
conducta impecable pero sólo quince días más. A ella se le presentaron varias
propuestas, una en Brasil y otra en la Casa Velázquez, pero él hasta el último
momento la presionó para que no lo dejara solo, que sin ella se suicidaría y le
dijo que de todas formas no daría la talla para tales cargos
A partir de entonces,
había meses de calma, y después meses de infierno. Ella no podía adivinar cómo
estaría cuando se levantaba. Nunca se sentaba a la mesa, y esperaba que la
comida se enfriase para decirle que estaba fría y le preparase otra cosa. Le
decía que cuando estaban bien había que cortar ese estado efímero de pseudo
tranquilidad, que la rutina mataba a cualquier pareja. Cuando iban a bailar, él
la dejaba sentada en un rincón mientras bailaba con el resto, y cuando la
invitaban a ella la trataba de buscona y de puta. Un día le dijo que era suya, y que la fusión
que existía entre ambos era para toda la vida. Le impidió seguir con sus
actividades extra-profesionales, ir a
cantar los viernes, el boxeo, Amnesty, el flamenco, su labor en el sindicato…
Ella empezó a viajar
sola a casa de sus padres, mientras él se quedaba en casa, sus padres eran unos
brutos españoles que le obligaban a llegar a la hora a comer y no los
aguantaba, y a su hermano aún menos. Al
regresar de sus viajes siempre había algún pendiente, facturas de restaurantes,
y su propia cama olía a perfumes que jamás se había comprado. Nunca le dijo
nada, ella también había empezado a vivir su vida durante sus propios viajes. Y
esos viajes de respiro, la ayudaban a vivir. Cuando llegaba su cumpleaños, él la hacía
salir de casa la noche anterior y le decía que la iba a dejar. Nunca tuvo uno
sano en más de 15 años. Cuando estaba por escribir algún artículo, publicar
algún libro, ella era quien se encargaba de sus relecturas, de sus
traducciones, de las entrevistas.
Cuando ella obtuvo la
cátedra, él ese día la humilló públicamente ante toda la flor y nata de su
especialidad. Si ella había obtenido tal cargo, todo el mundo podía ser
catedrático. Fue diciendo también aquella noche a todo el mundo que la iba a
dejar, que no la aguantaba, que estaba harto de ella. Al día siguiente le dijo
que estaba loca, y que lo que le habían contado era mentira. El pasó esa cátedra pero le costó tres veces
llegar al aprobado. Todo el mundo estaba contra él, era por eso. Luego él llamó a su Jefe y le dijo que el empleo que le
había dado a ella lo quería para él, que ella no merecía tal puesto, que la
había sobrevalorado. Su Jefe la llamó para prevenirla de que tenía al enemigo
en casa y que se cuidase. Más tarde él empezó la tesis, y murió el padre de
ella. Y ella le dijo que necesitaba tiempo para hacer el duelo, él le contestó
que era una egoísta, y que sólo pensaba en ella. Y no la dejó en paz hasta que
ella terminó las correcciones, la revisión y la traducción.
Sus amigos eran todos
unos ignorantes, unos imbéciles con los que no se podía hablar, su familia y
sobre todo su madre, una arpía igual que ella, y que se convertiría en alguien
como ella con el tiempo, una loca. Después, con los años, supo que su madre
veía lo que ella se negaba a aceptar y a decir.
Cuando ella le pedía
explicaciones por su comportamiento se pasaba semanas enteras sin hablarle, ignorándola,
lo que aumentaba más su sentimiento de culpa y acrecentaba sus humillaciones y
sus miedos.
Un día al llegar a
casa, una vez más se encontró con una prenda ajena, una billetera de una de sus
mejores amigas. Preguntó sólo que hacía allí tal objeto. Le dijo que era una celosa y que estaba loca.
Ese era el refrán de siempre, tus celos y tu locura te van a matar. Un día salió de casa porque decía que se
sentía como un pájaro en una jaula, y fue para vivir con esa amiga porque tenía
un cáncer, para cuidarla, y que no
entendía que ella lo necesitaba más que su hijo y ella, porque era una loca,
una egoísta y una celosa. Cuando regresó al cabo de tres meses, le pidió que le pegara la bofetada que se
merecía por haberla hecho sufrir tanto, y lo hizo, y entonces él llamó a la policía
para denunciarla por malos tratos, celos y locura. Ella se escapó a casa de una amiga. El la
llamó y le dijo que no la aguantaba y
que se quedara allí y no volviese más.
Al día siguiente fue a buscarla, y le dijo a su amiga que lo que les
había dicho era puro teatro, que sólo era un juego, que nunca había querido a
nadie como la quería a ella. Cuando nació el niño, le dijo que sólo se ocupaba
de él, y que lo había dejado a él de lado, que era una egoísta y lo trataba
mejor que a nadie sólo para darle celos a él.
La vejó, la humilló, y
le hizo perder la razón. Esta vez fue cierto. Los últimos golpes aprendió a
dárselos en los tobillos, y los mordiscos en la espalda. Ahí no se te van a
ver, decía.
Un día sin avisar salió
de casa. Tomó la decisión tras la muerte de su padre. Una mujer supuestamente
inteligente, con un exitazo laboral, con esa sonrisa siempre puesta, tan arreglada
y segura de sí misma siempre no podía explicarle al mundo que en el fondo no
era más que una imbécil y una muñeca rota. En el trabajo al menos aún podía
seguir siendo ella, la de siempre. Un día llamó a todos sus amigos, cuando
encontró un nuevo apartamento y sin decir nada, mientras él andaba de viaje, se
fue.
Aún le volvió a pedir
vivir con él. Él le llevaba la ropa a su
casa para que se la lavase, ella por el
bien del niño, se decía, aceptaba sus idas y venidas.
Él le pidió que volviera. Tras un viaje
estival a punto de regresar con él, como estaba previsto, le dijo en el último
momento que no. Que había cambiado de
idea. Luego se enteró por los amigos comunes, de que había pasado el verano con
otra y que esta niña veinte años más joven era el amor de su vida. No le dijo nada
esta vez, le daba exactamente igual y aun así la trató de nuevo de celosa y de
loca. Cuando el cáncer de su madre, ella le pidió por favor que se quedase con
el niño para que no faltase a clases, y porque sería complicado dejarlo con
unos y con otros mientras ella se quedaba en el hospital a su cuidado. Le dijo
que sí, pero un día antes cambió de opinión, como solía hacer en cada acto para
desestabilizarla. Le dijo que ahora estaba viviendo uno de los mejores momentos
de su vida y no podía quedarse con el niño. Pensó que no la molestaría más, le
agradeció al cielo como tantas otras veces que estuviese con alguien y la
dejase ya por fin en paz. Que fuera feliz.
Pero no la dejó en paz.
No dejó de llamarla a su vuelta y presentarse al improvisto. Le dijo que
aquello no había sido nada, que lo hizo para resolver su pasado y sentirse aún
un seductor y saberse seducido. Tras meses de asedio, de llamadas, de no sé
cómo llamarlo, de insistencia malsana, volvió
con él ante la mirada atónita de todos sus amigos y familia que no dijeron
nada. Al cabo de un año lo dejó definitivamente.
Y ahí estaban sus
amigos de nuevo y su familia. Sabíamos que acabarías por hacerlo y que no era
fácil, le dijeron sin más.
Esta vez le pidió a la
portera que no lo dejara subir. La amenazó diciéndole que a él no lo podía
dejar ella y que se las pagaría y le quitaría a su hijo. Y así lo hizo. Años
más tarde se lo quitó, y ella le pasó hasta una pensión.
Ella dejó de creer en
la Justicia humana y divina. En los hombres, en la sociedad entera, en sus
sueños, en todo y en todos. Las relaciones que tuvo después estarían tintadas
todas ellas de un algo que nunca iba a ir bien. Le aterraban los compromisos,
la idea de enamorarse, y aun así repitió alguna experiencia y fue con gente de
la misma calaña. Le dijeron que era algo normal tras el traumatismo recibido.
Tras años de terapia y
electrochocs, salió a flote.
A ella le quedan miles
de cosas que contar en esta historia, pero las que más le duelen se las reserva
para la terapia.
Muchos dicen que ellas les
consienten todo esto. Yo creo que cuando alguna entra dentro de esa espiral, si
bien se sale, ya no será indemne. Hay que haberlo vivido para contarlo, y
muchas ni lo cuentan.
Y que bueno, de todo se
sale. Y se sigue caminando. Y que si no cuentan será porque no es fácil contar tanta vejación, porque pese a todo la vida seguía, y nadie podía
sospechar algo así, y era mejor que ni lo supieran, porque le daba
vergüenza, porque no encontraba la manera de salir de ahí, porque eran sus
celos, seguro que eran sus celos, y porque estaba loca.
Otro relato ya publicado, PUTA, aquí.
Y como esta, y como tantas historias que a diario observamos.El machismo santificado que destruye los pensamientos y acciones. El acto despótico de los que agreden con las palabras, miradas, gritos y que aparentan ser buenos seres, cuando en verdad son gusanos vestidos de oveja. Y es en la palabra y en el silencio donde estos bichos encuentran el alero de su reproducción y vida, allí sobreviven y crecen, por eso, la denuncia, el círculo de amigos y familiares cercanos es tan necesario...Un abrazo Eva.
ResponderEliminarEs absolutamente deleznable, aberrante que un ser sea capaz de anular a otro de tal modo y lo es, sobre todo o quizá,por lo sorprendente.
ResponderEliminarMe explico:
Cómo una mente bien amueblada e inteligente es aniquilada casi por completo, por entero otras, por otra mente?
Pues, con todo el dolor y la rabia que ello supone, debe ser, imagino, porque esa mente perversa es aún más inteligente y está capacitada para llevar a sus derroteros a la otra.
Salvarse ha de ser un infierno como el que tú narras del que lamentablemente no muchas encuentran la salida.
Así que gracias, gracias por removernos los cimientos, por describir el no vivir en vida, en el declive y resurgimiento de esta protagonista, porque es un dejo de esperanza, un relato ejemplarizante, emotivo hasta la médula.
Besos, mi querida Eva, mi admirada Zarzamora.
Y,lo tríste de esta historia es que aunque se salga de ella ya nunca seras la mísma este H.P:volvera a repetir lo mísmo.
ResponderEliminarSí ,destacaría que no son personas corrientes los de esta historia: tienen una formación académica y ahí es donde quiero llegar: la gente cuando habla es que es: un bruto y un ignorante y esto no suele pasar con un hombre culto (:::)ojito al dato que esto no va por la inteligencia o los títulos que esto es ,de genética y casi siempre conductas repetidas.
La violencia machista en este caso dentro de la pareja es una via- crucis y hasta que no entiendan la inmensa mayoria que la manita en el culo.Pero el psicológico es brutal.
A estos encantadores: se les tendría que ridiculizar en público siempre que se les pille en falta y quitarles cargos donde la inmensa mayoría pueden ser victimas de sus acosos y sobre todo de sus irrascibilidad porqué generalmente suelen ser irrascibles.
Lo triste de todo aparte de la victima son los hijos que son los que de verdad pagan doble.
Un tema por desgracia muy lacerante Eva.
Besos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEs tan terrible el relato que nos describes...que lo he leído a trompicones y con los dientes y puños cerrados.¡Qué horror! y lo peor es que es una realidad que convive con nosotros.
ResponderEliminarLa mujer que ha vivido una historia como ésta, tan terrible, tan tremendamente dura, y logra salir de eso, con toda la terapia que haga falta, es una verdadera heroína y una superviviente.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Zarza, un relato con fuerza y crudo. Que muestra esa máxima de que la primera bofetada debe ser la última, pues animales así nunca cambian.
ResponderEliminarNadie está por encima de nadie y quién lo pretende por la fuerza no es más que un detestable ser.
Me dejó mal cuerpo la historia, pero admiro lo bien narrado que está.
Bessets.
Repetido hasta la saciedad a lo largo de la historia. Esperemos que camine hacia adelante y que no se vuelvan a repetir estos casos
ResponderEliminarbesos
Increible, pero real.
ResponderEliminarNo podré entender nunca como fue capaz de aguantar tantos años a ese criminal, sin haberlo mandado a la mierda para siempre, a la primera bofetada .
ResponderEliminarBesos y salud
Silencio.
ResponderEliminarYa grita demasiado tu historia.
Un beso.
Esta historia me da mucha impotencia, pues tod@s sabemos que puede ser real... Y nunca entendere porque algunas mujeres dejan llegar una relacion a tal extremo...
ResponderEliminarBesos caribeños.
Cómo enseñar que el amor no es eso, que el amor no duele?
ResponderEliminarUn beso
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEl maltratador, tanto físico como psicológico, no se vuelve así de la noche a la mañana... Tiene que ser un perfil de individuo(por llamarlo de alguna manera) detectable y previsible, por lo que se debería dar la suficiente información a la sociedad (y a las mujeres en especial) para poder identificar esos síntomas antes de que culminen en un episodio de maltrato..
ResponderEliminarDe todas maneras... cuando oigo noticias de este género, o similares, cada vez creo menos en el ser humano.
Bss
Se lee de un tirón, Zarza. Y duele porque es un reflejo de lo que ocurre en tantas partes del mundo, en distintos estratos sociales.
ResponderEliminarAhora la crueldad se ha acentuado, porque a muchas terminan matándolas.
Un abrazo.
¡¡Terrible!! Y pensar que estos casos existen por montones en la viña del señor, yo conocí el caso de alguien a quien sucedía algo por el estilo si no igual un poco peor Solo la muerte del individuo logro liberar a esa mujer. Sería bueno poder identificarlos para no caer en esas garras.
ResponderEliminarUn relato totalmente realista y muy bien redactado.
Besos querida Evita.
No se puede salir indemne de una relación así, es un terremoto que si no logra tirarte, sí afecta a tus cimientos.
ResponderEliminarYa no sé qué sentir ante cada nuevo caso de violencia de género. La indignación, la rabia, la impotencia, aún sumadas, saben a poco para responder a tanta maldad, ignorancia, estupidez. Son unos mierdas que no pueden soportarse si no es salpicando y enterrando a quien menos deben hacerlo.
Duele, Eva. Y lo peor es que no sé si estamos siendo capaces de educar a nuestr@s hij@s para que esto se termine algún día.
Un beso grande, hoy más que nunca
Uff...
ResponderEliminarBesos, Eva.
hoy me quedo sin palabras...
ResponderEliminarestremecedor y necesario...
besotes!!!
Cómo pueden llegar a anular a la persona estos hombres o estas personas!! cómo pueden engatusar y una vez engatusado arruinar vidas!!
ResponderEliminarlacras sociales, enfermos mentales, no me cabe en la cabeza otra explicación, casualemnte hoy mi post también habla de lo mismo, hoy en las noticias escuché que ha salido de la carcel un individuo que apuñaló a su mujer, por suerte ésta está viva, pero no sólo tiene que esconderse hoy de él, fue repudiada de su fmilia, porque no estaba bien divorciarse.
Cuando veo estas cosas la rabia se apodera de mi.
una historia de tantas que se repiten.
besos
¿Que ese platelminto era especialista en qué...? En abusar de su mujer queda claro.
ResponderEliminarRelato denuncia que debe afirmar a todas las organizaciones de defensa y en contra del maltrato humano y animal. Los abusadores mientras tengan resquicios psicológicos sociales y materiales siempre harán cobardemente de las suyas con total impunidad.
Besos mi Cantaora!!!
Sólo quién lo vive sabe de su sufrimiento. De su callar, de su seguir, de su humillarse, de su creerse lo peor de ella misma.
ResponderEliminarUn duro relato. Ha de ser extremadamente difícil salir de esa espiral.
Un abrazo
Pienso que la clave está en la estima. Hay que potenciar la estima.
ResponderEliminarSalu2, Madreselva.
Así es, Eva.
ResponderEliminarHas hecho una radiografía.
No llegan el primer día y te pegan; es un camino sutil donde se dan diversos factores.
Es terrible... duele y duele.
Besos
Ganarse la confianza, enamorar, llegado el momento, arrancar la piel a pedazos...
ResponderEliminarTQM
Mayra