…“Para mostrarme su desprecio o, cuanto menos,
su real indiferencia, no era preciso el transparente disfraz de tan cumplido
discurso ni tampoco la serie de «razones» tan poco sinceras como convincentes
que me escribe. Bastaba con decírmelo. De esta manera entiendo lo mismo, pero
me duele más. Si prefiere a mí al muchacho con el que festeja, y al que
naturalmente quiere mucho, ¿cómo puedo yo tomármelo a mal? Ophelinha puede
preferir a quien quiera: no tiene la obligación -creo yo- de amarme ni
realmente la necesidad (a no ser que quiera divertirse) de fingir que me ama.
Quien verdaderamente ama no escribe cartas que parecen requerimientos
notariales. El amor no estudia tanto las cosas ni trata a los demás como a reos
a los que hay que «apretar las tuercas».
Y recuerda…
al tiempo que yo recuerdo,
que …
Todas las
cartas de amor son
ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
ridículas.
ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
ridículas.
Pessoa.
Carta a Goyo,
Ya no nos queda ni el apartamento, ni la sonrisa fresca, ni el pedal para
ponerle rumbo a una vida sin destino. Ya no nos queda tal vez la boca para
besar más pececitos que boquean pidiéndonos besos que ni les daremos, como
hacíamos antes en aquella piel de juventud cuando los regalábamos casi como en
un dos por uno y ni el Mercadona existía y la maruja del ultramarinos nos
miraba raro cuando íbamos a comprarle unas cervezas frías. Se nos acabaron las fiestas de discoteca y las bolas de diamantes, noches de desenfreno a la luna de la orilla de cualquier
mar, bah, poco importaba entonces el nombre de las playas, y los ronquidos de
las siestas que no hacíamos, y luego llegó el suicidio de Ana, la que ya era tu
mujer, y nuestro suicidio colectivo, y los años pasaron cautos, rebeldes, con
sus hojas muertas y nuestros relojes estancados en la arena de algún Océano ya
no muy Pacífico.
Aquello, todo aquello no impidió que siguiera sonando el teléfono, no somos
gente móvil, más de fijos y un ay, fíjate aún con el mismo número…, para
seguirnos las huellas aunque sean ya más que indelebles.
Este miércoles tras tantas defunciones y hospitales podremos abrazarnos.
Llevaré esas habitas tiernas chiquitinas que tanto os gustan como las preparo,
y este año, tengo la receta mágica, unas ñescas (torrijas) de orxata
caramelizadas al punto G, receta elaborada de mi propia cosecha.
Estos tantos años, te agradezco cada una de tus palabras, tus delirios y noches
de insomnio, sabes que estaré ahí casi siempre, quitándole las legañas a tus
pesadillas.
Porque no creo en las ausencias ni el olvido, ni en los recuerdos que
podrían traicionarnos, por eso me gusta compartirlos ( de ser contigo, mejor,
para decirnos que sí, que así era y fue y que no estamos ni estábamos locos)
que no traicionamos ni al recuerdo, porque todo nos da igual mientras el viento
que respiramos lleve el aroma de aquellos cuerpos que reclamaban justicia y
amor al desnudo, sin topless ni banderas rojas o amarillas, sin necesidad de
vender lunas, y eso que la de Valencia ya no es ni lo que era, es una corrupta.
Lo dicho, mi vida, nos vemos este 16. Lo postergamos por ti y por Pessoa.
Un beso sardina que sautille
hasta tu boca.
P.S. Te dejo la rumbita que le cantabas a esta morena gitana, pa ti, mi gaché, guapo.
Preciosa carta a Goyo, diga Pessoa lo que diga, y miá que me gusta....
ResponderEliminar¡Ay, esas habitas tiernas me gustaban (y me gustan) mucho!
ResponderEliminarQue no se le olvide al epistolar poner sello y dirección clara, que luego no llega.
Salu2, Zarzamora.
Madre mia, esas ñescas de orxata caramelizadas al punto G, me ponen birriondo, casi a punto de orgasmo solo con imaginarme que las estoy catando...
ResponderEliminarQue envidia cochina, y de las malas no, peores :)
Besos y salud
qué inevitable es el ridículo del amor y qué necesario
ResponderEliminarBesos.
El Mediterráneo pone nostálgicas hasta a las sardinas. Sardinas, si, pero sardinas enamoradas.
ResponderEliminarBsss
Muy bueno genial eso de que la luna de Valencia ya no es lo que era, sino una puta corrupta, y que verdad más grande el mensaje de esa carta. A Goyo se le habrá puesto el culo gordo, por cierto se llama como el peluquero de mi esquina.
ResponderEliminarBesos EVA.
Ya no queda parte de un pasado, pero en este presenta, qué bueno que sigan estando esas personas.
ResponderEliminarPessoa, sublime.
Besos, querida Eva