Fotograma Grand Hotel, E. Gouldin, 1932.
Lo intenté mil veces bajo las sábanas de aquel hotel en el que el recepcionista nos acogía con su sonrisa cómplice los jueves a la misma hora mientras alargaba la mano al entregarnos la 115.
Desde allí se apercibía entre las rendijas de aquella cortina violeta la ropa secándose al sol en aquel patio de luces al que nos asomábamos para fumar un cigarrillo medio desnudos compartiendo el humo difuminado de los deseos ya consumados.
Lo intenté cien veces, te di no sólo un cuerpo sino también el silencio cómplice, el que se limita a escuchar confesiones que tan solo permanecen en los pliegues de una manta, que al airearla, se lleva un viento tapizado de secretos y palabras no dichas.
Lo intenté diez veces más, ya sin pasión pero aún con ternura.
Lo intenté una vez más, la última, cuando mis labios dejaron la huella de mi boca en tu frente, y al tomar el taxi le di esa dirección que me condujera a esa calle donde pudiese quererte, porque en verdad, -quererte, lo que se dice quererte-, nunca te había querido...
La 13 lleva suerte por los amores prohibidos...
ResponderEliminar13 besos
Las palabras no dichas se convierten en suposiciones que consideramos veraces y nos alimentan la fantasía. Muchas veces ese modo de jugar nos hace perder el alma y ver cómo se deshace la torre de naipes. Nada se anhela más que olvidar esa partida, coger un taxi y jugarnos la piel a besos.
ResponderEliminarUn besazo.
Siempre los taxistas se pierden alejándonos para siempre
ResponderEliminarBesos
Todo tiene un principio y un final.
ResponderEliminarEs de inteligentes detectarlo y actuar en consecuencia.
Besos.
Parece que algo importante falta cuando falta el querer, que no se llena ni con ternura, ni con pasión, ni con el roce, ni siquiera con las ganas. De donde no hay, no se puede sacar.
ResponderEliminarBesos, Eva
Un final genial.
ResponderEliminarEl día que no lo quiera más, mejor partir antes que hacerlo con la frente marchita.
ResponderEliminarHoy estamos tangueras.
Un enorme abrazo, linda Zarcita.
Zarzamora:
ResponderEliminarme estoy poniendo al día y en breve te visito, con calma y detenimiento.
Salu2 retardataires.
:)
Las emociones pueden se tan contradictorias. Y la vez tener cierto sentido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Por el dibujo, o foto, lo malo es que en esa época era a pelo, sin condón ni pastillas anticonceptivas, y ellos, siempre se lavaban las manos con la barriga no deseada, y ella a cargar con el vivo... :(
ResponderEliminarBesos y salud
¡ Que bonito ese tango ! Abrazos.
ResponderEliminarMe encantó el final... Eva.
ResponderEliminarMe viene a la cabeza una canción... pero no te la voy a publicar para no perder la magia.
(Es muy mala) y (tú muy buena).
Así tal y como lo dejaste tu, perfecto.
Besos linda.
Un final tan bueno como inesperado.
ResponderEliminarEres un portento mi querida Eva.
Besos
Zarzamora:
ResponderEliminares decir, que la protagonista lo intentó 1111 veces.
:)
Desde luego hay que darle el premio a la constancia.
Sonrío.
Una mujer valiente, decidida y enamorada, sin duda alguna.
Salu2 par milliers.
En el amor ¿cuánto vale ser perseverante?
ResponderEliminarUn abrazo
La 115 pasa a ser una de tus prosas favoritas.
ResponderEliminarBueno, siempre un taxi nos puede llevar, incluso, al callejón de los pasos perdidos, aunque solo sea para atrapar la idea.
Besos, Corsaria Rebelde.
Este intento de micro ya fue publicado.
ResponderEliminarGracias por las variaciones que aportáis a este texto hoy.
Besos, mis queridos rebeldes!!!