Este otoño tan extraño como travieso, viene y va, y en su vaivén arrastra sus hojas melancólico, entre los días de tormenta y las noches de lluvia persistente por venir, en la suela de nuestros zapatos - en mis tic-tac-ones- como para decirnos/me que si bien llegó tarde...
Sacamos por fin los paraguas del
armario y guardamos las pupilas detrás del espejo.
Dejamos las hojas secas en el
asfalto cubiertas de lluvia para volver a soñar un invierno, bañ-ando los
recuerdos cobijados bajo la inercia del tiempo, em(/a-)prendiendo así de nuevo el
camino de las chimeneas.
Como hace tiempo que ya no salgo en las fotos de familia, ni
recorto ideas, ni me maquillo para encontrarme en mis cuadernitos de
viaje, o los de a diario, tampoco me pongo a mirar por el retrovisor lo que ya
fue, como ya ni escribo en falsas libre-tas.
Me conformo según las horas - que
no me resigno- con atesorar las ausencias, acurruc-ando palabras, frases,
historias de lo observado y lo vivido, sabiendo que regresaré al
despeñadero de lo conocido como volveré a mi exilio cotidiano.
Lo que más me gusta del
transcurrir de las estaciones que siempre asocié a los ciclos de una vida, es
la etapa del tránsito, la del abandono
a un tal vez, a lo que ha de
ser y será pese a uno/a mismo/a
y la mimo como una mera espectadora que se asobina ante el miedo a un
mañana empañado de tristezas que sabe que irá mengu-ando entre el calor de unas
sábanas por estrenar, o un metro por el que cada mañana navegarán y/o
naufragarán, acompasada a nuestra mirada, la solidari (e)dad de otras miradas
tristes, o las citas, que ilusion-ados, nos quedan/rán por en-volver en
papel de celofán.
El no haber sabido
vivir la vida como un destierro voluntario, y el haberme negado a ser
protagonista inclusive de mi propia película, me hace regresar a la guar-ida,
con nubes de color rosáceo pero sin hum-edad en los huesos,
aprendiendo, (ando) que la rutina de las estaciones tiene el tinte des-color-ido de lo
conoc-ido, y que bajo su manto logramos sentirnos proteg-idos por una masa de
recuerdos y/o de olv-idos que en un descu-ido, puede bañarnos con sus lágrimas de
perlas, o bien abrazarnos a los brotes de las flores de un cerezo, o a los
árboles que ya andarán soñ-ando inquietos esper-ando su Primavera….
o a ese beso tuyo
-impro-visado-
que es mi serendipia.
;)
Me paro aquí ya Rebeldes...
ResponderEliminarNo doy ya pá más...
Demasiado trajín entre el laburo.. y esta blogocosa que ya, de veritas no me merece ya el tiempo que le ando-perdiendo.
Se me acabaron ya las "vaga-ciones"...
Cuídaos, cuídense, y sobre todo tú... cuídate... mi juez.
No sé si ya volveré esta vez...
Prefiero que mi olvido los guarde al resguardo de todo lo que son...
mientras mi silencio los cubra de indiferencia :))
Les dejo hasta la próxima con una canción de la Vargas, no se asusten si ya no regreso hasta el 2021, o no.. y cierro hasta la fecha.
Cruz de olvido. Chavela Vargas. Youtube.
https://www.youtube.com/watch?v=TdPQJivgrXI
Aquí siempre estaré para no ser habitante de tu olvido.
ResponderEliminarAbrazo fuerte
Pedro y el lobo (en ruso: Петя и волк) es una composición sinfónica de Serguéi Prokófiev (Op. 67) escrita en 1936. La obra de Prokófiev es una historia para niños, con música y texto adaptado por él, con un narrador acompañado por la orquesta.
ResponderEliminarNo debe confundirse con la fábula de El pastor mentiroso, a veces mal llamada "Pedro y el lobo".
Si no sabes el cuento te lo cuento.
(No te vayas)
Siempre contigo, prima, hasta donde tú quieras, queriendo-té.
ResponderEliminarUn otoño de obligado exilio
ResponderEliminarnos vuelve al acogedor chisporreteo
del tronco en la chimenea.
Siempre es un placer leerte.
Mil besos
Pasos lentos, Eva
ResponderEliminarSeguros
Besos
La serendipia es la esperanza cuando buscamos recuerdos dorados bajo las hojas caídas de este otoño raro.
ResponderEliminarBss
Le réveil a son tic-tac
ResponderEliminarLe gendarme a sa tac-tic
Eva a sa tic-tac-ones...
Pôvre de moi pleine de tics et de tocs !
Me encantam tuas palavras! Sim, É como dizes!
ResponderEliminarSobre nós paira uma nuvem negra e espessa, neste Outono confinado descendo lentamente pelas tardes mascaradas, esperando que venha um sol com um novo lume que traga de novo o sorriso aos nossos lábios!
Un buen domingo!
Saludos!
Siempre esperando que vuelvas. Besos.
ResponderEliminarLo mejor del otoño es que no tenemos prisa y da tiempo a no hacer nada que no sea imprescindible, como dices.
ResponderEliminarBesos.
Te abrazo fuerte mi niña y ya sabes el resto... lo que sea. ❤
ResponderEliminarEl tránsito de las estaciones ha de traerte de vuelta. Los Rebeldes así lo esperamos. Mientras, abrazo desde este Sur paciente ;)
ResponderEliminarZarzamora:
ResponderEliminaresta canción también la he escuchado con gusto, gracias.
Supongo que me repito, pero el otoño no me gusta. Si acaso los colores de las hojas y que hace fresco por las noches, pero es una estación tan triste y deprimente, que no termino de verle el encanto.
Y, encima, el odioso cambio de hora.
Buen texto, como siempre. Todo un despliegue de ideas.
Salu2 mexicains.