SHANA TOVA!

 

Ayer me dijiste que nosotros, los judíos,  sólo necesitamos siete días para hacer un luto tapando los espejos, acabar con las promesas incumplidas, con los sueños rotos para fabricar otros nuevos, con los viejos besos para pintar de miel los que vendrán.

También me sugeriste que empiece a guardar en un cajón oscuro lo viejo, y abra una caja de música.

Que esta noche vamos estrenar año, y ahora empieza lo bueno. Es Rosh Hashaná.

La jaula de los días regresa, el enjambre de los sueños vuela ya disipando atardeceres de estío.

Pero quedan las promesas, los amaneceres, estaciones por estrenar, horas por saborear, y bullicios que contaminen nuevos sentimientos, manifestaciones por andar, y vida, siempre mucha vida... para galoparlos con un ágil trote, devorando anhelos.

También hablamos de Proust, y de las magdalenas, y de ese luto (Chive´a) que suelo hacer acompañado de magdalenas rellenas de almendras, y que me asientan 2kg por cadera, ¡¡boumm!! ... y de mis risas cómplices con Christian. 

Y de este nuevo año que emerge, y que hoy pasearemos por la rue des Rosiers, yo apoyada en tu cintura con una muleta, y tú abrazándome, y sosteniéndome como siempre a cada paso que doy.

Sonará ese viejo violín por los tejados chez Marianne, y abriré mi sonrisa para ofrecerte mis tímidos hoyuelos. 

Nos espera ese falafel, la Salomé de Strauss en Bastille, una nueva temporada de ilusiones por rehabilitar.

Aún me cuesta mucho caminar, pero ya me hiciste bailar pegadita a ti, lamiéndome las ganas de hacerlo con dos pies, y por bulerías por no decir burlándote de mí. 

Me gustas con esa gorra recién estrenada, y tus aires de titi parisien, y cuando este grisáceo sol te baña las pupilas.

Me gustas porque nunca dejaste de fabricarme sueños, y porque el cuello de tu camisa, en este instante huele a mí.

Esta noche celebraremos como cada año, yo te ofreceré la manzana, y tú la miel, y desgranaremos la granada de los días por venir. 

Shaná Tová Umetuká!! 

Lejaim!!

Chín-chín