De vez en cuando la vida... va, y hasta nos da una pinche tregua.
Te beso a rabiar, y me llenas la boca como una tromba de agua fresca, hundo las manos en la arena para saber si aún están allí soterrados el trueno y los relámpagos, los ojos sorprendidos del niño que fuiste, y la flor en el pelo que me colocaste aquel verano, como regalándome todos tus te quieros.
Le pongo rumbo a mis brazos nadando hacia el sur, dejo que me arrastre y me lleve la corriente, la china de los masajes, dueña del bazar de la esquina que me ve paseando por la orilla hoy vacía de sombrillas, me sonríe como diciéndose quien selá esta mulel pálida y solitalia, ¿de qué me suena?. No sé dónde voy ni hacia donde me gustaría llegar, la meta es el camino, lo demás es puro regresar, y no quiero ir, voy, el alquitrán de la contradicción se pega en las plantas de los pies como el salitre en la piel.
Después de un mesurado y controlado tiempo de silencio, me solicitas de nuevo.
Reconozco que soy una mujer ignorante que no sabe absolutamente nada. Hace tanto tiempo que se detuvo el tiempo que ya ni nos acaricia con su boca de limón, ni sus labios de naranjas y cerezas, y que asomada a la terraza del día a día, lo absurdo de la vida, se detiene, se desliza y le dejo acariciarme bajo un viento hosco bañado de almendras.
¿Desde dónde me buscas y te busco? Tú desde el silencio y la yacija sombra del deseo contenido, yo, desde la palabra que se dice pero no nombra, que se gasta y erosiona, que no alcanza el escondrijo del miedo a tu terrible ausencia, desde mi boca que besando otras bocas se malgasta en la umbría de no tenerte, mientras tú, deslizándote en tu fuero interno me escuchas acuchillándome las palabras, tan lleno de certezas y razones, tan cubierto de fórmulas aprendidas que lanzas al azar, cuando yo, abro sólo los brazos y dejo que te pierdas en mi regazo, y entre tus manos y mis brazos, bajo ese nudo desatándonos, encontramos la salida alejados de colmillos y pesadillas, de fieras, de aldabas y puertas que se cierran, y sólo entonces, enlazados bajo el instante que cubre miedos y desata vanidades, desnudos y despojados hasta de nuestra propia piel, como un leve y escuálido susurro quiero gritarte que te quiero, que te amo antes de que el sol despierte, para que lo oigan los amantes que no duermen, las estrellas que nos cubren la hiel de indiferencia, y la modorra de la siesta. Y en ese leve espacio, bajo el arcobaleno y les papallones, en mis brazos, rodeando aquella tu pena incontenible, volar más allá de lo prosaico fundiéndonos en un chispazo de felicidad efímera.
Mientras, noviembre llora, y nosotros "llovemos" con él cuando un tímido rayo de sol nos limpia la esperanza...
La esperanza es muy necesaria , sin ella que sentido tiene volver a mirar ese cielo; que nos atrapa en ese amor-odio :porqué el no tiene conciencia ...
ResponderEliminarGracias que puedes expresar en letras y además tan bellas esos instantes de rabia y amor...
Un beso estimada Eva
Gracias por haber entendido ese mensaje mío tan torpe... y a la primera.
EliminarMil cariños, mi estimada Bertha.
Y mil gracias por leerme pese a mis múltiples ausencias...
Un beso, linda.
Esas treguas que da la vida son bienvenidas.
ResponderEliminarY ese encuentro de bocas es algo muy vital.
Besos.