Avec et sans un été indien... * Jouant à cache-cache.
Los tibios amaneceres de un verano que juguetea con las revoltosas hojas de un otoño vespertino, me llevan en el último metro de regreso a casa.
Arrastramos la ilusión por el sendero de la metódica voz que tras los cristales empaña la vida. Con indiferente languidez veo el reflejo de todas mis sombras en el eco de un siniestro vagón de adormilados deseos.
Desde el muelle despedazado por el último huracán, con un pie en las aguas del Sena y la sombra de un norte que se despereza bajo un été indien y tan parisien a finales de verano; entre nubes negras y perlas de plata que bifurcan en mi boca, me muerdo los labios mientras florece mi sonrisa y mi voz, acurrucada en la hambruna de tu pecho, acicalando la inofensiva vehemencia de una resaca en calma.
Lacero la frontera que nos separa y alborota, rompiendo normas, debilitando así la sequía que cruje en los surcos del alma.
Transgredimos esencias cubriéndonos de bálsamos que ya no curan y llevamos las arrugas en el rostro sin necesidad de enmascararlas. Atrás quedó sepultada con su mentira acendrada, la hipocresía que ya olfateamos en cuerpos ajados de misterios obsoletos, y así, dejar al descubierto alguna grieta, reconocer en el espejo la misma (des-)gana, hacer catarsis, arrancar la esquirla que se clavó en la memoria para quemarla en el olvido, (...)
... para sin rebelarnos siquiera cuando estalla la rabia, el desconsuelo y el desaliento, ya puedas quitarme el sombrero... e intentar besar de nuevo nuestros cielos ;)
* Sin y con veranillo de S.Martín. Jugando al escondite. Es lo que hay ;)



Se me fue la pasión en un veranillo de San Miguel y me ardieron los ojos de tanto mirar el vacío horizonte.
ResponderEliminarPreciosa entrada.
Un beso.
El vacío se suele cubrir con las hojas muertas que el otoño nos regala, y con el calor de las castañas recién asadas en los bolsillos ;)
EliminarGracias.
Un beso, Ilduara.
Zarzamora:
ResponderEliminarsiempre hay una esquirla clavada en la memoria, ésas que no se pueden arrancar.
Por estas latitudes se suele decir que el verano no termina de irse y el invierno no acaba de llegar. Aunque no me gusta mucho el otoño de aquí porque es una estafa.
Salu2 indiens.
Dyhego aquí acabamos de pasar del veranillo del membrillo al un invierno precoz. Hasta "les feuilles mortes" nos están birlando :(
EliminarBises automnales, murcianico.
Quizás. El último metro (tren, autobús, avión) puede ser ese nudo en el cerebro que ata a otros nudos y forma una curiosa red que dice lo que ya has dicho. Quizás. La ilusión está arrastrada como las latas vacías que colgábamos del parachoques trasero del Audi6 de Robert (qué cabrón de tío, que asco, que guapo). Quizás. Ese muelle se lo han llevado ya tantos huracanes que lo más práctico es no reponerlo, mejor formar una bahía de ese Sena en el que tú no te bañas (¿disculpa?). Quizás. Y…ah, sí, las arrugas, para eso no hay remedio, sobre todo para las del alma, se cuartea, el espejo del alma se parte de risa, ¡mírate! (y nos miramos y nos sale una sola lágrima, grande pero una, resbala por la mejilla derecha (el lado bueno) y se acaba el sábado frontera hacia un otoño que grita como un poseso entre anuncios de tormentas, granizos y no será para tanto. Quizás. Así se van los días, mi muy querida Eva, así.
ResponderEliminarPárker, ese último tren, siempre, quien dice siempre dice tal vez y en alguna ocasión (mientras sigamos respirando) lo podremos perder y coger el último tranvía aunque igual ya ni se llame deseo, quien sabe.... Robert para mí mucho más guapo que Paul, más clase, más mi tipo y no hay color y hasta en blanco y negro , y no, en ese Sena ni jarta e vino me bañaría está más contaminado que el Manzanares que ya es, y las arrugas del alma se cuartean como la tierra se resquebraja tras la sequía, porque mi querido Pedro aún tiene que llover y llover y a cántaros para empezar a mojarse más allá de nuestras fronteras, y sin fielatos sin tener que pagar aranceles para que nos devuelvan la ilusión y las esperanzas, sin que al pobre otoño le toque pagar el pato de la inflación y que no sea para nada. Ojalá, y que nos llueva una lágrima de empatía planetaria. Y sí, los días se van como aquellas tristes golondrínas y quizás otros lleguen con las maletas (sin ruedas ruidosas, sin ruído) para besarnos con su tibio sol otoñal tras el cristal de nuestraspupilas. Gracias por tan lindo comentario D. Pedro.
Eliminar¡Estos maravillosos veranillos otoñales!
ResponderEliminarSon como los arcoiris tras las tardes de tormenta.
EliminarTodo acaba como el veranillo de San Martín allá por el 11 de noviembre, de momento entramos en un otoño irregular.
ResponderEliminarAbrazos Eva.
Muy irregular y muy suyo Don Otoño.
ResponderEliminarAbrazos Conchi.