Hay días que nos amanecen sin
querer, en los que nos da una punzada el corazón, y en su agónico
tic-tac danzamos con él en la mano, mirando absortos cómo las traviesas manecillas del tiempo, cómplices, ríen y bailan, como
dos lenguas más allá del universo enlazadas.
Se besó en mi boca. Se
hizo grande. Por los acantilados de mi lengua se creció e hizo hombre. En mis
senos abrigó la esperanza de lo desconocido y anidó todos y cada uno de sus
miedos.
Se durmió en mi
sangre, caliente, adormeciendo desesperanzas rotas y confusas ilusiones de un
olvido recostado en un recóndito rincón de su memoria.
Se llenó de mí
abandonando trajes, nombres, despeñando pronombres personales y asonancias
imperfectas.
Lo perdí en los
silentes compases del precipicio que se desprende de un amanecer que se
columpia en olas inciertas.
Una noche,
desconsolado náufrago, perdido en la marea de un mar abierto hizo nido en mi
regazo.
Recostado en mi pecho,
de nuevo olvidó miedos, zozobras y melancolías.
Fundido en el halo de
mi aliento fue beso en carne propia, engendro en carne ajena.
Fundida la eternidad
en el tiempo, el ocaso del vuelo fugaz de los hastíos lo despeñó en las
penumbras del vacío.
Siendo ya beso,
profundo precipicio, estalló en lágrimas rojas, brotó y se desparramó en
líquido en la comisura de las copas, en las bocas abiertas lamiendo el peso de
las edades de siglos.
Ebrio de
inconstancias, la resaca y las olas lo mecieron en los versos como suaves
lamentos, umbrías sombras de un hombre que quiso ser niño yendo a morir en
impresiones inciertas, certeras, columpiando incertidumbres en falacias, en un
océano de ilusiones imprecisas, sempiternamente eternas.
Hombre.
Esos días en que parece que el que lleva las riendas es el tiempo son especialmente odiosos y deprimentes. En cambio, cuando parece que es uno el que cabalga el tiempo, eso sí que te hace inmortal, aunque sea por un día.
ResponderEliminarGracias por tus prosas, Zarzamora.
Salu2 eternos.
"recostado recóndito rincón"¡¡¡qué bien juegas!!!
ResponderEliminarDe falacia en falacia hasta el precipicio final.
ResponderEliminarBesos.
ese hombre es un fundido en negro
ResponderEliminargran final
Va en crescendo hasta desembocar en una perfecta analogía.
ResponderEliminarBesos Eva.
Wowww.. Olé tu maestría prosapoética. Historia redonda, redonda. Chapeau!!!
ResponderEliminarBss
¡Qué bien le viene a tus palabras la letras de nuestro Zenet!
ResponderEliminar¡Qué increíbles tus letras EVA! y...
ResponderEliminar... qué genial este Zenet!
Por qué tendrá que amanecer a veces...
Mejor ver solo a la luz de al luna o no ver nada.
Un beso, no.. mejor ¡dos!
Por los acantilados de mi lengua se creció y se hizo hombre, no es para menos.
ResponderEliminarBesos EVA.
Una prosa poética preciosa, acompañada por un tema que me encantó.
ResponderEliminarTe mando los besos de los lunes, espolvoreados de lluvia (la de aquí).
Delicioso relato.
ResponderEliminarbesos
Suena a sangre y carne de hermano...
ResponderEliminarBesos y salud
Que poesia en tu prosa brillantissima !
ResponderEliminarMe cautivan tus amaneceres.
ResponderEliminarY tus ocasos. Y tus mediodías. Y hasta las medianoches.
Besos, besos. Muchos.
Gracias a ti EVA eres muy amable.
ResponderEliminarBesos.
Ah, qué hermosura de texto.
ResponderEliminar¿Y cuándo nos oscurece sin querer?
Besos.
tengo un plan para eternizar momentazos.
ResponderEliminarYo creo que nada importa que amanezca sin querer, o que la noche llegue sin previo aviso, o que las horas pasen como si tal cosa sin que podamos evitarlo...
ResponderEliminarAhí está Eva para sacarles el jugo, darles la vuelta y hacer que la miren de frente...
Genial escrito, mujer.
Besos miles.
Cuanto te inspira una noche de pasión. A veces da pena cuando sale el sol.
ResponderEliminarUn beso
Vaya preciosidad de texto, Eva, si es que no sé que comentarte, creo que sobran mis palabras cuando el resplandor está entre las tuyas, creo que todo lo demás sobra, la verdad es que me ha encantado.
ResponderEliminarAcabo de colgar los vídeos que me has regalado, en las dos entradas de mi blog, mil gracias, preciosa, si es que me encannnntan tus regalos.
Un beso enorme.
Una relación plagada de vaivenes. Al final la figura masculina está llena de incertidumbres y errores.
ResponderEliminarBesos sin amaneceres por esperar.
Pura delicia tu prosa poética.
ResponderEliminarMe ha calado una nostalgia. Echar la mirada atrás, recordar, comprender, y darle el toque poético que siempre embellece el recuerdo.
La mujer que abarca, comprende y deja marchar.
Te felicito.
Besos, querida rebelde