jueves, 9 de abril de 2020

AUTOPLAGIO 5




Me muerdes el aliento en el lívido letargo de esta caricia que no escampa cuando entre tus manos y mi ombligo, de mi piel haces arcilla. Soy ese beso colgado en la nube de tu boca...

Deshaces cual sastre que viste sólo a mujeres elegantes mis deshilachados recuerdos mientras voy paulatinamente enhebrándote la boca a punto de cruz, rezándote a besos un credo en el que tu pan es más que mi pan nuestro de cada día.

Ni demasiado joven para recordarte, ni demasiado mayor para que me dejen de importar demasiadas cosas. Con la edad justa para decirme que no te necesito, pero ojalá y sin pedírtelo lamas esas cicatrices que no veo y dices que  en tu lengua supuran, que me beses hasta que la boca nos separe, hasta que aprendas a hilvanar los harapos que visto, recosas a pespuntes, si bien torpes, la línea que cobija tu gemelo en mis puños revoltosos que te dan abrigo y te ahogan las yemas de los dedos.
No podría llevarme de ti más que esa piel que llora arrugas en tu nostalgia, la voz que bajo el eco enaltecido de un ayer susurra un viejo y recostado blues que resbala ya en nuestra piel como cualquier vetusto y desvencijado o desdentado recuerdo.

Demasiadas tierras incógnitas descubiertas para decidirme a elegir cuál de ellas me conquistó más sin ultraje alguno: presente, pasado o futuros; bocas, piel, huellas.

Sólo soy una impronta, cicatriz o huella en los cuerpos que me amaron, los poemas que escribí, trémula la carne y macilento  resabio de limón en la cara oculta de una luna ebria.

Permanezco en la semilla de quienes se aventuraron por mi entraña, fruto de jazmines y almendros en flor bajo el esplendor de los cerezos.

Tras los cristales,  la  hojalata de los grandes rascacielos que  nos corta y hace sangrar con su fino filo la memoria de determinadas cosas; alcanzada esta edad justa en las que las saetas de nuestros tic tacs aúnan ataraxias en nuestros atolondrados nidos, suben y bajan por ascensores de vidrio y metal aquellas  nubes disfrazadas de  nefelibatas almas que un día ni tan lejano como hoy,  somos tú y yo acompasando  el aroma de la mandrágora y el esplendor de nuestros pasos que parpadean como rimas caducas en la umbría sobriedad de esta primavera bajo todos los alfabetos que invento para ti ante la llama de este amanecer cautivo. 
Se difumina ya cabizbajo en poemas rotos donde envejecen las ilusiones en deshilachados versos, tu yo y mi yo perdidos. Enhebro con el hilo del querer  en tus labios todos mis besos, y algún  remolón te quiero. 

Las luces intermitentes de tus pupilas  me acorralan en deseos y bajo la enredadera de las  aceras   mis pasos arrastran resiliencias de esa tierra incógnita en la que  todos y cada uno de nuestros recíprocos versos sabían que acabaríamos creándonos un síndrome de abstinencia,  sin promesas que de antemano fuesen pasados sin futuros, sin necesidad de vender la poca dignidad por la que defender aún nuestro escuálido instinto, porque tú y yo bien sabemos que nuestras alas no podrán a estas alturas volar de nuevo con el brío de antaño ni cargar con más tristeza o más felicidad de las que precisan.


20 comentarios:

  1. Hilvanas palabras hasta en el letargo de los versos y bordas pasados a punto de sombra, resurgen anhelos en bodoques de pasión; un dardo en el corazón se dibuja en la tela de tu bastidor.

    Me gustó especialmente esta entrada. Me crié entre agujas, pertenezco a una familia de sastres y modistas.

    Un beso.

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    1. Tu comentario es el broche que cierra la prenda, el aplique que filetea el texto.
      El remate en el que recostar mi urdimbre.
      Gracias, Ilduara.

      Un beso.

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  2. Qué cabrona, que bien escribes o escribías o entre algo y entonces no dejas de regalarnos no solo la prosa sino el estampado del diván del psicoanalista que te ahorras cuando dices lo que ha pasado, lo que no pasó y lo que pasará a nada que te lo propongas, menuda eres. Segunda parte. Como un “picao” de San Vicente de la Sonsierra en la Rioja, que en tiempos normales estaría ahora flagelándose la espalda con una especie de látigo, una madeja con la que se azota unas 800 veces (o más), hasta que sangra, así estaría yo en este atípico Jueves Santo (amén) recordando las veces que no te he recordado, que he negado tu nombre como un San Pedro de Caravaggio, como un inculto bilbaíno que no conoce a Steenwijck (Hendrick van), como un marinero con cera en los oídos para no escuchar a las sirenas que nadan entre tus textos mágicos (y enloquecer), nena, que escribes como un querubín entrenado, como una Teresa de Jesús antes de fumar sus cosas, como una levantisca levantina trasplantada a gabacholandia que sabe (que sabe) y siente y deja escritos como el de hoy que necesitan un marco y sin más, te reverencio y espero aquí, como un can sin entrenar tu caricia literaria de mañana. Nota: a nada que el covid nos respete.

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    1. Y tú qué canalla, que acabo de levantar la bambalina del palio y ¿qué atisbo? Ozú mi arma! la candelaria de tus manos que álgidas escriben levantando el polvo de las letras, como las de un costalero, firmes y sencillas; más allá en procesión las niñas de tus ojos , cruces de guía, me iluminan cual luceros sin necesidad de cofradías en este calvario llamado confinamiento.
      Que empiece la Levantá, que en la Madrugá con mi manto y mantilla te arrebujaré un beso, y empezarán a sonar saetas que desde Santurce a Bilbao se oirán por toa la orilla.
      Sin beso traicionero ni gallos que nos desafinen hasta tres veces, si no les canto la gallinita ciega (que anda que ya les valdría), que como nos distraigan a Leonardo ni cenamos esta noche. Que Anás y Caifás se queden atrás!! Vade retro Satanás, que no es tiempo de más caenas, que con las que tenemos, el Cristo de los Dolores dice que estamos en paz.
      Que mañana será otro día, aunque sin desconfinamiento, todos nos sepan igual. Nota: "Todas las familias felices son iguales. Cada familia infeliz lo es a su manera". Ana Karenina y su famosa primera frase... espero seguir en este Kaixo mientras no sea un Agur.

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  3. Se mantendrá en plena forma, como tus letras

    Besos

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  4. Madre mía! cómo hilvanas las palabras, como coses y remiendas sentimientos.
    Ya no sé qué más decirte Eva, de verdad que ya no sé...

    ¿donde te pongo estos besos? ¿donde los quieres?

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    1. Tú, háblame del mar, marinera, que desde mi ventana el mar no se ve...

      Pero, no quedamos que en el dobladillo de la falda???
      (...)

      ;)

      Besos, cosa guapa.

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    2. ay! sí... (ya no me vuelvo a olvidar)
      😍
      Sonrío.

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  5. ¿Cómo puedes decir que sólo eres una cicatri en la vida de los hombres que has amado?, no creo que lo pienses realmente , yo sin cono cerlos sé que tú eres de las personas que no se olvidan.
    Besos

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    1. Tú estás segura de que soy yo? Que esta mujer tan seria, respetable y responsable ha dicho tal cosa??
      No te lo creas...
      Es esta Zarzamora que a todas horas llora que llora por los rincones.
      Y además es una descará.
      Y yo, ya no la puedo controlar...
      Besos ;)

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  6. Zarzamora:
    sugestivo y sugerente texto, como todos los tuyos.
    La canción que nos presentas me ha resultado extraña, como de desierto, como de viento.
    Salu2 percés dans un nuage.

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    1. Uno más que tampoco es gran cosa.
      Sí, ese es el sentimiento que transmite, desolación, devastación...
      Bizz ensoleillées depuis Paris.

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  7. Eva, tomas el hilo y coses lo que quieres, ¡qué maravilla!

    Hay una frase que me gustó especialmente (y mira que es difícil elegir una): Sólo soy una impronta, cicatriz o huella en los cuerpos que me amaron. Y pienso en cuál de las tres cosas habré sido para cada cuerpo que me amó. Supongo que la que sea describe lo que fue cada historia.

    Besos

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  8. Suerte han tenido los hombres que amastes y que sufrieron...
    Entre tantos que recibes mi bmodesto beso.

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  9. Je ne crois pas qu'ils soient tous de ton avis...
    Il est grand et beau ce bisous.
    Le mien vole chez toi.

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  10. ¿Por qué no autoplagiarse si nuestras emociones son similares a quien fuimos?
    Besos y cuídate.

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  11. Con la boca abierta me he quedao. Abrazos y besos.

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  12. Cuando se repasa un cosido, siempre encontraremos lo que fue, lo que quedó.
    Se rescata lo bello, lo que importa.
    Ya sea autoplagio, repaso, (re)coser o tirar del hilo, los grandes textos, quedan.

    Besos, Corsaria Rebelde.

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Rebeldes que dejaron su zarzamora