domingo, 16 de enero de 2022

VELETAS

 



Desde el muelle despedazado por el último vendaval, con un pie en el sur que me dilatas y la sombra de un norte alborozado en el umbral de este destartalado invierno, entre nubes negras y perlas de plata que bifurcan en los labios que nos mordemos hasta hacerlos sangrar, la nave va.

Va cuando recuerdas mi sonrisa y mi voz, y lo que despierta mi voz en la hambruna de tu pecho.
Sabes que no veo esas olas que me cuentas, y que se deslizan y se enroscan en los tobillos y en la sien,  acicalando la inofensiva vehemencia de una resaca en calma.
Me pides que retome la pluma como espada, que lacere la frontera que nos separa y alborota, que hay que seguir rompiendo normas, cubiertos de efímeras felicidades, y  es entonces cuando se debilita la sequedad entre los mordiscos del alma.
Transgredimos los bálsamos que ya no curan. Sólo los que lo hemos sufrido mil y una derrotas llevamos las arrugas en el rostro sin querer esconderlas. Sólo los que  pueden reconocer esos surcos entienden  la desgana. No hay como haber pasado por las cosas para entenderlas. Y no obstante,  no podemos hacer absolutamente nada cuando estalla la rabia, el desconsuelo y el desaliento.  No sé quién dijo que el dolor es catarsis. Y la catarsis es esa esquirla llamada memoria arrojada a los olvidos.
Me dices que todos tiramos la toalla, y  morimos. Que algunos ya no resucitamos pero seguimos en pie. Y que volvemos a morir y así sucesivamente...


                                                                                                                        Irse a otra parte. Marteen Léon



El café esta mañana sabe más ácido y amargo y desde los rascacielos que diviso se estremece el tiempo. Cae la mañana austera, plomiza, como un destartalado punto de interrogación.

Yace inexorable el tiempo bajo lágrimas de azúcar, mezclándose con las redes que me atan a este insumiso letargo. 

Ayer hablamos de exilios voluntarios, de los que elegimos un día, exilios dorados con los que nos comprometimos aquel día no tan lejano. Queríamos cambiar el mundo. Quisimos cambiarlo todo, y fue al contrario: nos quedamos en la comodidad de los pronombres como algo más interesante. Aunque, por cierto, los pronombres no siguen sonando igual. 

Y así me exilé de tu boca, del mar, y del silencio intrínseco de lo que dejaron de pronunciar nuestros labios. Aquí aprendimos a ser siluetas que se perfilan en medio de una muchedumbre bajo el desgarro de las raíces que no logramos arrancar de cuajo.

Hace años que ya no distingo los adverbios de lugar, se han disfrazado en un espacio despojado de tiempo. Son maraña de un limbo en el que se entretejen aún aquellas viejas miradas bajo un eterno punto de exclamación. 


Y si te quiero es por eso;  porque eres tan veleta como yo en días de ventisquero.








11 comentarios:

  1. Después de desarmado tras las dos primeras líneas (versos largos) soy todo entrega de exilios de boca y presa de la locura de los adverbios de tiempo, lugar, modo...y amar si existieran. Por dios, Eva...cuando vuelva reencarnarme quiero escribir como tú.

    Bss, leona brisa de todas la veletas.

    ResponderEliminar
  2. Estos adverbios como esta veleta según los vientos vamos de un N ,a un S, de un E ,a un OE, en todos los lugares cuecen habas.La vida en sí es un puzle y a veces se termina de completar o siempre falta una pieza...
    Pero amar ese verbo a veces con género o número , pero mejor en presente;)
    Besos luneros cher:)

    ResponderEliminar
  3. Pues si, sigamos en pie y que nos azote el viento la cara.

    ResponderEliminar
  4. Bocanada de libertad es ser una veleta. Tener un punto fijo que gira y te ofrece perspectivas en 360º. Alguien así pone color en la vida gris. Buen complementario es el que sabe girar y acepta lo que hay, porque sólo el corazón delimita que eres la elegida, más allá del aquí, del espacio y de kilómetros de distancia.

    Vuela a sotavento y barlovento, rompe los lindes de los océanos y ama de manera abisal.

    No hay nada más torcido que la línea recta.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  5. Veleta es la realidad que atravesamos. Conviene no confiar demasiado en ella (el desapego trae equilibrio) ni eternizarla... porque inevitablemente cambiará a cada paso.

    Abrazo otra vez sin sombrero. (esta prosa puede disparar tantas más)

    ResponderEliminar
  6. "Quisimos cambiar el mundo", dices y yo me atrevo a ponerte el verbo en forma perifrástica "estás cambiando" el mundo, aunque tú no lo creas... tu actitud de remar contra corriente y aunque vengan los vientos en contra, pones el foco en lo que realmente merece la pena.
    Escribiendo eres única ¿das clases particulares, prima?

    ResponderEliminar
  7. La navz va cojeando hasta el naufragio final...

    ResponderEliminar
  8. Hay días así,grises pero inspiradores, vacuos pero generosos a la hora de sacar de la cama tanto recuerdo dormido. Días tontos que, a lo tonto, a lo tonto, se dan maña de abrir de par en par la ventanita esa que da a nuestro olvidado fondo de armario, casi podrido ya de tanta oscuridad, de tanta telaraña acumulada...y es entonces cuando salen en tromba legiones de momentos alguna vez repudiados y que metimos allí precipitadamente y de cualquier manera, para que no molestaran.Y este enero, al parecer, tiene muchos días así.
    Sigo afirmando querida Eva que lo tuyo, además de otras muchas cosas que doy por sentadas, es escribir. No dejes nunca de hacerlo. (Aunque te agradecería que no las trazaras tan largas (las líneas) que eres así de exagerada para todo, leches!.
    Y hablando de adverbios, a mí me viene ocurriendo lo mismo pero con los de tiempo: Hay veces en que tengo que pararme a pensar si es por la mañana o por la tarde.¡La p.v. que se acerca!

    Te dejo un abrazo de esos apretados y mis mejores deseos para todo el año. La primavera está a la vuelta de la esquina, ya verás.

    ResponderEliminar
  9. ¡ Pero que bien escribes ! Abrazos.

    ResponderEliminar
  10. A veces viene bien el viento que se lleva lo que sobra, lo que estorba, si sopla convenientemente, incluso paradójicamente se lleva lo que nos lastra... Ser veleta no es siempre malo, aunque a veces necesitemos mirar a la brújula y desplegar las alas... Abrazo desde el anticiclón del sur!!!!

    ResponderEliminar
  11. Zarzamora:
    buena idea, aunque haya mil y una derrotas. Hay que seguir, con cicatrices o sin ellas, no hay otra. Dolor, alegría, la veleta cambia constantemente.
    Salu2 cardinaux.
    Hipnótica canción la de hoy. Extraña y bonita.

    ResponderEliminar

Rebeldes que dejaron su zarzamora